martes, 30 de diciembre de 2008

Paisaje


Con un intrincado juego de luces y sombras, el día se disfrazó de noche.

Imagen flickr

sábado, 27 de diciembre de 2008

Algo conocido

Se salvó porque supo reaccionar ante el infarto. Tampoco era muy diferente a otras veces que le habían roto el corazón.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Crisis existencial

Dios había perdido la fe en sí mismo.

Intenso

El instante que mejor aprovechó en su vida fue el posterior al último, porque con ese ya no contaba.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Espejo



Frente al espejo, alza su mano, intentando sentir su reflejo al otro lado. Pero el reflejo es reflejo de otro tiempo, y ella sólo es otro tiempo reflejado.

martes, 16 de diciembre de 2008

Mala memoria

Tres meses después de la mudanza, volvieron a su antiguo hogar. Habían olvidado al bebé.

domingo, 14 de diciembre de 2008

¿Era...?

Era parsimonioso, o parnasiano, o pernicioso, no recuerdo. Pero sabía a queso.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Evitando el otoño



Evitaba tu risa mi recuerdo que era melancolía
en las noches de otoño
sin tu cuerpo calentando mis poros
sin tus besos que me daban aliento

lunes, 8 de diciembre de 2008

Crisis matrimonial

Le pidió, le suplicó que no fuera. Siempre se lo rogaba cuando ella lo proponía y alguna vez lo había conseguido evitar, pero esta vez estaba claro que no iba a lograr ningún resultado. Su mujer ya tenía la decisión tomada. Vistió a los niños y se marchó.
Él quedó pensativo, tratando de comprender cómo habían llegado a esa situación, tras tantos años de convivencia. Había hecho todo lo posible por amarla y darle todo lo que ella necesitaba para que no llegara este momento. Pero fracasó.
Cinco horas después, tal como imaginaba, ella regresaba cargada con las bolsas de la compra. Una vez más, le había roto el corazón.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Sinrazones



No le dieron ninguna respuesta. Por qué nació en la desgracia, por qué su vida estuvo llena de penurias. Por qué había muerto sin que nadie -ni él mismo- lo esperara. Las Parcas lo fueron también en explicaciones.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Vacíos



Discutieron y regresaba a casa sin dejarse acompañar por él. Era de noche y había bebido mucho, tanto como para descoordinar sus movimientos y sus ideas. De repente, de manera estúpida, al pasar por encima de la playa, subió y echó a correr sobre la balaustrada baja de granito, no más ancha que tres palmos. Abajo, a más de quince metros, una orilla de piedras y cantos de río reflejaba brillos en una noche de poca luna. Tropezó y cayó al vacío. Hacia adentro, por puro azar.

Al día siguiente despertó con un enorme dolor de cabeza. Sentía vértigo, un vértigo que no curó ni el paso del tiempo, ni las visitas al médico. La sensación de que caía hacia afuera, borracha y fuera de control, le iba a durar ya para siempre.

martes, 18 de noviembre de 2008

Atasco

La impresora vomitaba pequeños fragmentos de celulosa, como si el papel le hubiera provocado una indigestión.

Publicada en Minificcionario.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Flores

Desde que llegó el nuevo inquilino, se sintieron incómodos en aquella vitrina. La muñequita de cristal, el trompetista de porcelana, veían como el jarrón los miraba por encima del hombro. A él siempre le echaban todas las flores.

Publicada en Minificcionario.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Recuerdos



Buscaba en el océano una gota de esperanza radiante
en el aire murmullos de un pasado sereno
en las aguas del río recuerdos de momentos vividos
antiguos
sumergidos
a los que el agua ahogó y quizá
nunca más respiraron.

jueves, 13 de noviembre de 2008

El Gran Circo geométrico

La circunferencia salió a dar vueltas por el escenario. Pero solo era un aro haciendo giros, y los niños no se reían. Pronto sintió que su número no tenía mucho más que ofrecer. Lo intentó dando unas vueltas más sobre una caja en forma de cubo. Ni aún así consiguió llamar de nuevo la atención.

A continuación entró en escena la esfera. Sus movimientos eran más graciosos, podía rodar hacia cualquier lado. Empezaba a divertir a los niños, que lucían en sus cabezas gorritos triangulares que les dieron a la entrada. Pero cuando ya había dado unas pocas vueltas, dejaron de mirarla. Aunque algo ocurrió para despertar de nuevo su interés: un cono cayó desde lo alto de la carpa. Y justo fue a parar encima de la esfera. Juntos formaron una simpática cabeza de payaso. Esto parecía causar más expectación, y todos comenzaron a aplaudir. Aunque ya se sabe como son los niños, y en pocos minutos querían ver alguna otra cosa nueva.

El polígono estrellado actuaba a modo de foco, iluminando la escena. La luz subió sobre la pista hacia lo más alto de la carpa, y ahí apareció: el trapecio estaba siendo iluminado, pero el payaso no podía subir a él. No tenía brazos. Los niños se miraban unos a otros, deseando que algo ocurriera para poder ver un número divertido.

Dos rectas paralelas entraron en la escena. Sirvieron para que la esfera y el cono formaran una cabeza de payaso con brazos. Se elevó hacia el trapecio e hizo un ejercicio de piruetas.

El espectáculo ahora si era del agrado de todos los niños.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Mínimo




Por qué largos poemas si sólo necesito la longitud de un verso

Imagen: Manuel Mateo Cuenca. En la hamaca.

Rito



La espiral de tu risa violenta carcajada
hace que palidezca
me pone en pie me alerta
de que algo se aproxima
algo paranormal agónico y absurdo
nocturno descontrol de placeres y ritos
borrachera moral
espíritu insaciable
que no someterás a lógica
ni a leyes de este mundo
quieres morir matando en esta noche
no dejar ni una gota de mi
para cuando amanezca
solo seré un recuerdo

Palabras



Experimentar es fundir cien ideas
que parezcan vacías y que resuenen huecas
y que en la apariencia
nada las uniera
que estén lejos y cerca
por el significado
común de cada sueño
experimentar es crear
un mundo mágico de sensación letal
y sonidos etéreos
es inventar pasados y futuros
quién sabe si vividos
pero siempre en el fondo
en el fondo del alma
es sacar a la luz lo que ocultó la vida
y darle la salida plena de la palabra.

imagen flickr

La agenda



Nunca le habían gustado, pero desde que encontró aquél nuevo empleo en una empresa de inversiones, tuvo que trabajar con agenda.

Realmente le resultaba poco agradable pormenorizar el futuro, siempre se había dedicado a empleos autónomos en los que él tomaba las decisiones sobre su tiempo, y sus citas eran solo apuntes anotados en la memoria y rara vez escritos. En todo caso, garabateados en un papel.

La agenda se la proporcionaron en la empresa. Observó el "2008" impreso en la portada. Iba a durar poco, ya era septiembre. Además quedaría un buen montón de páginas vacías hasta su primer apunte. Así que decidió poner una marca de color pegada en el punto de inicio.

Trabajó con ella diariamente. Las citas con los clientes, las reuniones, todo anotado hora por hora. Se convirtió en rutina, y era la primera consulta que hacía cada mañana al iniciar su trabajo, y la última cada noche antes de acostarse.

Seis semanas después de conseguir ese empleo, iba a ocurrir algo que no le dejaría dormir esa noche. Al tratar de planificar el día siguiente, observó que antes de la marca de color el corte de las páginas era irregular, igual que las de un libro usado. Con extrañeza, quiso comprobar de qué se trataba.

Algo aparecía escrito, con su propia letra, en esa parte de la agenda que debía estar en blanco. Comenzó a leer una intrincada trama de contactos, acontecimientos y citas. Todo era tan extraño como para desconcertarle, pero curiosamente lo que leía parecía inspirado en algunos hechos que realmente estaban sucediendo.

Operaciones y reuniones a las que no había dado mayor trascendencia, eran el principio de algo a lo que no daba crédito, y que lo convertían en el centro de una intriga y en el objetivo de una red de blanqueo. Él había hecho algo, sin saberlo, que no estaba en el guión. Y eso habría enfadado enormemente a alguien.

Aún así, lo más inquietante aparecía en las páginas posteriores a la última anotación que él conscientemente hubiera hecho: se narraba el desenlace de los acontecimientos. Palideció desde que comenzó la lectura.

Ya no tendría que ir mañana a trabajar. Estaba muerto.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Avatar



Él había visitado alguna vez mi blog, dejando amables comentarios.

Me pareció un tipo educado, correcto, reflexivo. Un buen tipo. Pero aquel avatar en su perfil no me resultaba agradable.

Un tiempo después, sin haberle yo contestado, dejó un nuevo comentario. Le extrañaba que no hubiera aceptado la invitación de visitar su página y que no contestara a algunas preguntas que me dejó. Le respondí:

-Hola, me gusta tu manera de escribir, compartimos muchas ideas, gustos... Pero -espero que no lo tomes como algo personal- hay algo que me incomoda en tu bitácora: siento cierto rechazo por tu avatar. No entiendo cómo has podido elegir algo así. Es desagradable, es feo, es desafortunado, es...

-Es mi fotografía -respondió al poco tiempo.

martes, 4 de noviembre de 2008

Sentidos



Minimicé ya el daño que hiciste a mis sentidos
el tacto que no tiene a tu piel ya para reflejarse
la vista que perdió toda ilusión de verte
oído al que dejaste de susurrar silencios
perfume que no oleré porque marchó contigo
y el sentido común que lo perdí
desde aquel día en que probé tu gusto.

Noche 2



Fui a buscar la noche que había al fondo de la noche
encontré miles de estrellas y de lágrimas secas
mucho de desesperación y algo de miedo
recuerdos dispersos de sueños olvidados
sensaciones profundas quizá nunca vividas
quizá siempre soñadas
eternas
procesiones de gente vestida de otro tiempo
infantes y profetas seres de otra galaxia
inquietudes dejadas de la mano del dueño
abandonadas quizá como una casa vieja
con escaleras rotas y fotos de difuntos
futuros redivivos cuando la luz sea negra.

domingo, 2 de noviembre de 2008

La noria



La noria comenzó a girar. No era la primera vez que montaba en aquella atracción, pero sin embargo esta vez experimentaba algo diferente desde que inició la marcha. No fue una aceleración suave, sino un fuerte y brusco acelerón, y unas cuantas vueltas en las que aumentó la velocidad de una manera alarmante, como si la maquinaria estuviera fuera de control. Hasta que por fin empezó a disminuir la velocidad de manera, ahora si, más progresiva y pausada.

La cabina en la que viajaba se quedó a tres cuartos de altura. Su compañera de cesta, que se sentaba frente a él, lo miró como quien pide una explicación con los ojos. ¡Como si él tuviera una explicación de lo que estaba pasando!.

-El chico la pondrá de nuevo en marcha -dijo por comentar algo, recordando al individuo joven que se sentaba a los mandos en la caseta.

-Dieciséis, par, rojo, manque -se oyó a través de la megafonía-.

La cesta con el número dieciséis, pintada de color rojo, estaba en lo más alto de la noria. Miraron hacia arriba. La cesta giró y precipitó al vacío a las dos personas que la ocupaban.

Los pasajeros de la noria comenzaron a gritar aterrorizados. Y sin embargo el público que rodeaba la atracción, parecía que disfrutaba del espectáculo. Todos aplaudían y gritaban enaltecidos, como si de un juego diabólico se tratara.

La noria se puso de nuevo en marcha, repetió una rutina parecida y se paró. Esta vez su cesta quedaba en lo más alto.

-Treinta y uno, impar, negro, passe.

Ese era su número.

viernes, 31 de octubre de 2008

Espacio



Un espacio vacío es un espacio lleno
de posibilidades un lugar donde poder
escribir te has ido o es de noche
o nunca me abandona tu recuerdo
Un espacio vacío es un lugar
donde escribir donde pintar donde poner
las fotos del último viaje
donde dejar un beso
donde soltar dolor y rabia
también alguna risa y un deseo
Un espacio vacío es eso
y mucho más que eso.

jueves, 30 de octubre de 2008

Noche 1



En aparente calma la noche se derrama por las calles
por las alcantarillas huecas por los ríos
por las praderas llanas y las montañas rotas
por el mar
por tus ojos tus senos y tu espalda
de pronto te ensombrece me miras a la cara
y veo en ti el certero presagio de la magia.

Mejor no saberlo



Despertó con una sensación extraña en la boca. Goma: un tubo. Seguro que había puesto un gesto de asco, pero nadie lo miraba para confirmarlo. La enfermera entró. Ya encajaban las piezas: estaba en un hospital. Se sentía aturdido y no recordaba nada, era como si acabase de nacer, no de despertar. Le dijeron que había sufrido un accidente, que probablemente tendría amnesia.

Tardó dos meses en recuperarse, físicamente. Durante ese tiempo su única pregunta a los sanitarios no era si recuperaría su total movilidad. Era si recuperaría la memoria.

—Puede que empiece a recordar cosas pronto. Una vez que eso se produzca, cada vez tendrá más recuerdos —era siempre la respuesta a sus preguntas—.

Pero él no se conformaba. Insistía, quería ser dueño de nuevo de su vida, dueño de sus recuerdos, saber realmente quién era y por qué había ido a parar allí.

Lo que nunca le dijeron es que la amnesia formaba parte de la terapia. Si algún día recuperara la memoria, si por un instante pudiera visualizar lo que en realidad ocurrió antes de su ingreso en el hospital, entonces es cuando las cosas empezarían a ir realmente mal.

martes, 28 de octubre de 2008

Revivir

::

Ya pude distinguir lo bueno de lo malo
la razón de la lógica irreal
la tempestad del viento
hoy salgo a flote
agarrándome de nuevo
a esa ansia de encontrar algo esta vez
que me libere para siempre
de tu amargo y nostálgico recuerdo.

viernes, 24 de octubre de 2008

Retrato 1



Vuelta a empezar que no todo es
lo que de tu mano se nos daba
como la única verdad
como si la vida no tuviera otro destino
que el de seguir por siempre siendo mártires
de tu feroz codicia
capitalismo
parece que hayas muerto?
(así te lo deseo).

Luz fría



Siguen los días de no tener más cielo entre las rejas
de no sufrir ya el sol de tu mirada falsa
y tus estrellas huecas
inquieta sensación de paradigmas rotos y perdiciones ciegas
el ímpetu
tu brillo
el brillo de lo irreal y de lo absurdo
que habita en ti y que me hace estremecer de pálpito y de miedo
sintiendo
que me di cuenta tarde de que eres hielo.

Imagen: flickr

miércoles, 15 de octubre de 2008

Diez tuits después...



Cigüeña implicada en el secuestro de un bebé.


Atila no era malo. Era un incomprendido.


Un grajo y un badajo se conocieron tras ser presentados en una rima.


Todos tenían la cabeza ladeada en aquella casa, por culpa de un cuadro mal colgado.


Anestesiaron al 5 para extraerle la raíz. Aún así, fue una operación complicada.


Por la noche no encendía la luz. Echaba las cortinas para no dejar pasar la oscuridad.


La circunferencia denunció por acoso a la tangente. La juez fue secante: orden de alejamiento


Okupa aburguesado pone placa con su nombre en la puerta.


Hombre virtual comete los siete pecados digitales.


La estatua se cansó de posar.

martes, 14 de octubre de 2008

Manipulados

Hoy estuve en los estudios desde los que la cadena oficial de televisión Unitele nos ofrece cada día las noticias.
Era una visita guiada y solo podíamos movernos siguiendo al guía. Todos parecían muy preocupados de que no nos saliéramos de la ruta en ningún momento.
En un instante en que nadie parecía mirarme, atravesé una puerta que había llamado mi atención durante todo el tiempo.
Aquél era un lugar lleno de papeles y grabaciones, con poca luz y guardado como un secreto. Era el lugar donde se manipulan las noticias.
Tal como esperaba, pude comprobar que la mayoría de las cosas que nos habían contado en los informativos de los últimos meses, eran absolutamente falsas.

Dualidad



Comprometióse un sueño con la vigilia para engañarme ambos
cuando creía que despierto dormido estaba
cuando dormía soñaba que despertaba.

Olvido



Asimilé tu fe idolatré a tu dios
para poderte amar en un instante eterno
te vi marchar y blasfemé
contra la noche inmensa
hasta que ya no tuve fuerzas y caí
rodeado por ángeles y perros
amaneció y sentí tu voz en mi recuerdo
aún sigo perseguido
por las sombras de tu mortal olvido.

Gárgolas



Feroces animales asoman
a las cornisas talladas por el viento
de su interior un grito congelado
silenciado por siglos de recuerdos
como un museo cerrado
lleno de cuadros muertos.

Perfume



Puedo sentir que estás detrás de mi
sin verte puedo oír
como el aire se detiene a cada paso
para oler tu perfume y aprender a crearlo
y aún puedo recordar aquél momento
en el que fuimos luz y fuimos viento y fuimos agua
aquel momento que ya no es y no será
y hoy toma forma de un anhelo incierto

lunes, 13 de octubre de 2008

Levedad



Flujos de sol corrientes sumergidas
despiertan sin pensar el mar adentro
adoro las doradas energías
que asumen sin pararse en otra cosa
solvento recelos con la discriminada
razón que no convierte en más cordura
lo que de penetrar raíz hubiese sido.

Imagen flickr

Huida



Archipiélagos de nubes, socorrida esperanza
de un mar tan infinito como huérfano
de toda gratitud bien entendida solos tú y yo
en este encuentro tamizado de luces que se apagan
que ya no vuelven más que nos relegan
al fondo de un océano agrio y puro.

Imagen flickr

Rubor

::

No es el rubor tampoco son las olas que nos acompañan
es la muestra de luz la verdadera razón del pensamiento
que vivo y no conduce a ningún lado
es un vacío fugaz y duradero sentirme atado a algo
que no me corresponde.

Imagen flickr

Sueño



Dormido como un cansado viajero
que acaba de llegar
a la posada de otro tiempo
así siento que estoy pero no es nada
que no pueda solucionar con un buen sueño
y mientras tanto escribo
por el onírico placer
de ser el dueño de la palabra
bien sonada y fría
destrozada y yelma.

Juego

::

Juego de amor nostalgia somnolienta
oscuro umbral que por tu voz pasea
sombra y no luz devoto pensamiento
rigor de cada hombre que yo he sido
hoy vuelvo a ti vuelvo a sentir
tu cálido regreso.

Imagen flickr

Resueno



Me niego a rimar pero si anhelo
la confluencia hermosa de sonidos
huecos y de ideas dispersas
amalgamadas
por la luz del verbo.

Inquietud



Vuelvo la vista atrás
y palidezco por todos los fantasmas que acompaño
persigo liberar el yugo
puesto en tan claro lugar que sobrevive
tejiendo sombras de un certero olvido
testamento vital de mi pasado.

Efervescencia



Burbuja de soledad inquieta
ridícula virtud malhumorada
resignación
respiración
recuerdo
anhelo
malévolo regreso.

Duelo



Encarnizada lucha de gigantes fieros
reto letal titánico y valiente
la vida y su disputa despiadada
contra el férreo enemigo que es la muerte.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Culpable



Mi madre murió al nacer yo. Eso marcó mi vida para siempre: nací siendo culpable.

Desde muy pequeño siempre tuve que escuchar la misma canción. Ha sido Juan, él lo rompió, él lo ha estropeado, era todo lo que pude oír durante mi vida infantil. Mi padre me odiaba, nunca lo decía pero estoy seguro de ello. Él no se daba cuenta de que yo no había matado a mi madre. Fue un accidente, y seguro que a mi me era tan necesaria como a él. Todos perdimos con aquella muerte.

De adolescente las cosas no fueron mejor. En lo estudios nunca fui bueno, aunque me esforzaba. Pero el hecho de que todos en clase me echaran la culpa de cualquier incidente, ponía a los profesores en mi contra. No valoraban mi trabajo. Me puntuaban en función de las acusaciones de los demás. Que alguien se reía en clase... "ha sido Juan", que alguien lanzaba una tiza a la profesora mientras estaba de vuelta en la pizarra... que alguien emitía un sonoro eructo... todos los dedos apuntaban hacia mi.

Terminé los estudios porque ya tenía edad para dejar el instituto. Pero en realidad no había acabado nada. Todo se conjuró para que fuera de esa manera. Todos se conjuraron para que nunca me graduara. Así que me tocaba trabajar. Pensar que podía ganar algo de dinero e independizarme parecía prometer un gran cambio en mi vida. No fue así.

Mi primer empleo fue como panadero. Me enseñaron a meter el pan en un horno eléctrico y programar el tiempo de cocción. Solo eso tenía que hacer, pero por alguna razón, un día el programador del horno se atascó y el horno siguió encendido. No me di cuenta, el pan se quemó y se produjo un pequeño incendio. Me despidieron.

Después todo iba saliendo igual. Fui mensajero, un tipo se cruzó en mi camino y provocó un accidente, aunque más tade la policía me señalara como culpable y perdiera mi licencia de ciclomotor y mi empleo. Lo intenté de camarero, pero un cliente golpeó con el codo la bandeja que llevaba, derramándola sobre unas señoras muy bien vestidas. También trabajé como mozo de almacén en una farmacia. Desaparecieron algunos medicamentos y todo apuntaba hacia mi...

Tres años después de terminar el instituto, cuando ya nadie me contrataba y mi padre no me quería en su casa, tramé algo que me liberaría de aquél sentido de culpabilidad que tuve desde el mismo instante que vi la luz. Compré un arma, un arma automática capaz de realizar quince disparos en poco menos de veinte segundos. Durante un tiempo estuve internándome en el bosque y ensayando lo que sería mi venganza. Unas sandías robadas en un huerto cercano, hacían de cabezas. Al principio me resultó desagradable, pero pronto descubrí el placer que me daba ver esos guiñapos rojos que explotaban en chorros de líquido.

La única duda que me asaltaba era si volver al restaurante de las señoras bien vestidas, a la tahona incendiada o al instituto. Me decidí por lo último. Ya no estarían los alumnos ni quizá algunos profesores que conocí, pero esa cuestión carecía de importancia.

...........

Me enteré de que había matado a ocho personas y herido a otras diez. La policía me detuvo allí mismo. No fui capaz de huir, me quedé sin apenas esconderme, aterrorizado, en el salón de actos, donde habían caído mis últimas víctimas.

Ahora sé que no hice bien. Lo sabía incluso antes. Pero si siento que me liberé, tomé venganza contra un mundo que me lo había negado todo desde que llegué a él. Y por fin, por una vez en mi vida, durante los 417 días que duró el proceso hasta que el tribunal me declaró culpable, he sido presuntamente inocente.

viernes, 3 de octubre de 2008

La pirámide



Me habían dicho que construyendo una pirámide de medidas geométricamente perfectas, con la base practicable, podría mantener las cuchillas de afeitar siempre bien afiladas, con solo meterlas en su interior.
Probé por pura curiosidad. Y por qué no decirlo, por economía. Mi barba cerrada me obligaba a afeitarme dos veces al día. Poder ahorrar en cuchillas no sería un mal negocio.
Compré cartulina, seguí detalladamente el desarrollo de aquella geometría tomando el libro de matemáticas de mi hijo pequeño. En pocas horas, ahí estaba mi flamante pirámide. La observaba con orgullo, pues todo había encajado a la perfección. Mi mayor preocupación fue que la rematara un pico agudo, y puedo asegurar que el remate que logré era absolutamente punzante.
Me afeité, dos veces, como cada día. Normalmente en dos días debería desechar la cuchilla. Pero ya duraba una semana completa, dos semanas... un mes.
Pronto en mi casa empezaron a sucederse algunos acontecimientos. Mi hijo enfermó. Mi mujer cambió su carácter y nos separamos. Perdí el empleo.
Aquella geometría de cartón no solo había afilado las cuchillas. Había atraído a mi hogar la mítica maldición.

Fiebre



Esos hombres, que yo veía como médicos, habían venido ya en varias ocasiones. Con sus ropas gruesas para protegerse del frío, botas, gorros de piel, y aquellos maletines de los que siempre se acompañaban. De ellos extraían toda clase de instrumental, que conectaban a mi cuerpo. Sondas, termómetros, ... Me llenaban de cables y no apartaban la vista de aquellos monitores.

--La temperatura sigue aumentando --pude oír que decían.

Realmente me notaba enferma. Ya llevaba tiempo sintiendo esos sudores, que caían en sucesiones de gotas rápidas por todo mi ser. A veces sufría escalofríos, y lo peor de todo: esas crepitaciones en mi interior. Algo estaba yendo muy mal.

Los hombres se marcharon, pero acordaron volver pronto. La soledad y extraños pensamientos me acompañaron el resto del día. La noche la pasé mejor, me sentía fresca y parecía que había bajado la fiebre.

Fue a la mañana siguiente cuando se sucedieron los acontecimientos. El sol salió, lucía con más brillo y fuerza que los días anteriores. Mi cuerpo empezó a sudar, esta vez a chorros. Y aquellas crepitaciones, se escucharon como un estruendoso espasmo cuando me precipité al mar, rota en mil pedazos..

Floté convertida en trozos de hielo. El agua me pareció un cálido y mortal abrazo.

jueves, 2 de octubre de 2008

El semáforo


:
El semáforo estaba en ámbar. Tuvo que tomar una decisión en décimas de segundo. Frenó bruscamente. El exceso de freno delantero provocó que la motocicleta derrapara. Las ruedas chillaron y sintió que las miradas de los transeúntes se clavaban en ellos. Pero había acertado en su decisión. El coche también se había detenido.
El semáforo estaba en rojo. Podía observar al conductor del vehículo parado a su lado. Un hombre moreno, con el cabello engominado y amplio bigote. Incluso pareció que sonreía al mirar a través de la ventanilla. Reflejaba seguridad y destellos dorados.
Lo conocía bien, conocía a su familia, a sus hijos, su vivienda y su camino al trabajo. Había estudiado aquella foto y aquellos apuntes durante semanas.
Lo único que le sorprendió era su corpulencia, pero no había duda, era él. Durante unos segundos se miraron fijamente. Lo que en principio fue un encuentro aparentemente fortuito de miradas, en aquél hombre se convirtió en el semblante del pánico. Se había dado cuenta, pero ya era tarde.
El semáforo cambió a verde. Se oyeron dos disparos y huyeron a toda velocidad. El trabajo estaba hecho.

lunes, 29 de septiembre de 2008

VEH, virus letal



Tantas veces se había fantaseado con ideas catastrofistas sobre el final del mundo!.
No fueron necesarias guerras nucleares, ni meteoritos o asteroides, ni violentos volcanes o terremotos. La naturaleza tuvo una forma sutil y sublime de eliminarnos y salvarse antes de que acabáramos con ella.
No fue el VIH como algunos llegaron a pensar cuando apareció en los años 80. Fue el VEH. Virus de la esterilidad humana, treinta años después comenzó el principio del final. Y así ocurrió:

Empezó a llamarles la atención. Las mujeres, cuando hablaban entre ellas, ya habían intuido el problema. "No logro quedarme embarazada", decía angustiada cada mujer deseosa de ser madre a sus amigas. "Igual me está ocurriendo a mi", respondía cada una de las que trataban de tener hijos. Sin embargo, a nadie pasaba entonces por la mente que el problema era global. Hasta que empezó a ser comentario general y pronto se hizo notorio en las estadísticas. Algo estaba ocurriendo, pero no había una investigación médica concluyente que pudiera justificar lo que ya era un hecho.
No tardó mucho en aparecer. Los científicos no podían dar crédito a sus ojos cuando lo vieron bajo el microscopio. Un auténtico devorador de espermatozoides y de óvulos estaba ahí ante ellos, con sus pequeños 50 nanómetros parecía desafiar a todos los que lo observaban, parecía decir "estáis acabados", y su estructura se asemejaba a una microscópica y burlona sonrisa esférica.
La enfermedad era incurable, no dañaba a las personas que la padecían, pero se propagaba de forma exponencial, utilizaba cualquier medio para contagiar: el agua, el aire, los alimentos. La vida se hizo tóxica para la propia vida.
Los bancos de esperma y de óvulos funcionaron durante un tiempo, pero era imposible contrarrestar los efectos del virus. Las madres no podían gestar, ni aún óvulos fertilizados. Las consecuencias no se hicieron esperar más que unos meses.
En las calles dejaron de pasear cochecitos de bebé, dejaron de haber sonrisas y llantos de niños. Y más tarde desaparecieron también los adolescentes y los más jóvenes. La humanidad envejecía y no había relevo posible.
La juventud se convirtió en algo excepcional, y luego... luego fuimos teniendo problemas para recibir atención sanitaria, para alimentarnos, para subsistir. Se dejó de producir, de vender, de comprar, de consumir. Poco a poco se iba dejando de vivir.
Yo fui uno de los últimos miles de niños que pudieron nacer. Escribo esto a mis 110 años, con la seguridad de que somos pocos los que quedamos, no sé cuántos, hace tiempo desaparecieron las noticias y la información, hace tiempo que ha desaparecido casi todo. No creo que alguien lea alguna vez lo que escribo, lo grabaré en soporte digital. Quizá dentro de miles de años, en alguna excavación arqueológica, alguien sepa por qué dejamos de existir.

domingo, 28 de septiembre de 2008

El viaje

::

Recordaba vagamente el camino, del año anterior. Aquella sabana con la hierba de color pajizo, agostada por el calor, los pocos árboles como pintados en el horizonte, y el sol, siempre el sol allá arriba haciéndonos muy difícil el viaje.

Algunos otros grupos se desplazaban con nosotros, aunque parecía que cada uno siguiera una ruta diferente, podíamos vernos pero manteníamos las distancias. El polvo que levantaban las comitivas anunciaba, en la lejanía, nuestra presencia.

África en esta época del año es un lugar duro. Asi que buscar agua y alimento es la única garantía de poder seguir vivos. Es mi tierra, es mi familia la que se desplaza a mi lado, y eso me da fuerzas. Amo esta tierra, como amo a mis hermanas y hermanos. Amo a mi madre. De mi padre apenas tengo recuerdos, pero seguro que fue un buen padre.

Inesperadamente comienzo a sentir agitación en mi grupo. No puedo ver bien qué ocurre, hay demasiados delante de mi. Pero el aire toma un matiz de humedad que no habíamos sentido antes. Huele diferente, la presencia del río se va haciendo cada vez más notable.

De pronto es como si todos me empujaran. Nuestro grupo ha formado una montonera, y siento que me resulta difícil estar de pie sin caerme. Delante de mi, un pequeño talud de tierra. El río está allá abajo.

Unos ojos se cruzan con mi mirada. Asoman saliendo desde debajo del agua. Puedo reconocerlos: son los ojos del asesino de mi padre. Un montón de imágenes de un río enturbiado de agitación, barro y sangre, pasan por delante de mi. Pero no es mi imaginación, es que volvía a ocurrir, como cada año. Salto el talud con los ojos cerrados, y aquél animal con fauces monstruosas intenta atraparme una pata, pero creo que es la fuerza de mi padre la que me empujó en el momento justo.

Por tercer año en mi vida, consigo llegar a la otra orilla. Corro sin mirar hacia atrás.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Buscando la diferencia


Entré en mi habitación, sabiendo que allí no estaba. La conocía demasiado bien como para poder admitir que aún me tenía alguna sorpresa reservada.

Quizá lo hice porque era el espacio donde más fácil me resultaba pensar. Y mientras, iba analizando lo que veía, dándome cuenta de que mi valoración era acertada: allí no estaba.
Solo con mirar hacia la ventana, la cuestión parecía zanjada. Ahora tengo un estore moderno, una persiana enrollable que llega justo hasta el marco inferior de la ventana, sin necesidad de colgar hasta el suelo y taparlo todo. Y por entonces, en mi casa anterior, estaban esas cortinas gruesas que recogían el olor a humedad de la habitación, cortinas que por otra parte apenas eran necesarias, porque más que no dejar entrar la luz, no dejaban entrar la oscuridad...

Mi cama ahora era informal pero acogedora. Una cama sin cabecero con un colchón de esos que te venden por la tele y que pagas durante años, pero que al menos no te agrede cuando tratas de dormir. Y cubriéndola, ese edredón nórdico tan suave, de colores claros. Aquella cama de entonces no era igual. El cabecero de madera pintada con esos dos pináculos laterales de dudoso buen gusto, el colchón de muelles con el que mi cuerpo no se entendió nunca bien, y aquella colcha estampada que a veces me producía pesadillas.

Después miré los libros. La biblioteca había aumentado de manera más que considerable. Y la mesa de trabajo... Ahí estaba el ordenador, eso tampoco lo tenía por entonces, y desde luego lo echaría mucho de menos si no lo tuviera ahora. Salí de mi habitación, con la seguridad de que era netamente mejor y más agradable que la que había tenido en mi anterior hogar.
Seguí recorriendo la casa, buscando en cada habitación dónde estaba aquella diferencia, aquella que me hacía sentir mayor bienestar en esa vivienda que vendí a no muy bien precio, porque en ese momento la burbuja inmobiliaria no había empezado aún a hincharse.

El salón, con el televisor plano, la cadena musical, las luces halógenas regulables, el mueble de escayola, la rinconera clara, evidentemente producía mayor confort que aquél otro con muebles clásicos oscuros y aquella televisión antigua que más parecía una pecera, de colores desvaídos. Los tapizados, la luz, las maderas, los colores. Realmente no había comparación posible, y la cuestión empezaba a resultarme ya un poco desesperante.

En la salita no entré, tan solo hice un rápido recorrido mental por ella. Es una habitación que uso como comedor y por la que nunca me he preocupado demasiado. Una mesa, unas sillas, unas estanterías y un televisor para ver las noticias mientras como precipitadamente, los pocos días que puedo hacerlo en casa. Allí no iba a encontrar nada que me proporcionara la clave de lo que andaba buscando. Es más, ahora recordaba que en mi anterior casa no tuve salita, era un pequeño dormitorio que solo tuvo esa función alguna vez que hubo invitados.

Pensar que en la cocina estuviera la diferencia parecía ya absurdo. Aquella vieja cocina que por mucho que limpiabas no parecía higiénica del todo, con la lavadora incorporada como un mueble más, y tantas bombonas de butano como para tenerle miedo, se había convertido en una cocina modular diseñada a medida, con sus electrodomésticos empotrados y que funcionaba completamente mediante energía eléctrica. No habían bombonas explosivas ni suciedad por ninguna parte, así que nada que buscar. La lavadora había desaparecido, y ahora estaba en esa terraza contigua, pequeña pero muy útil.

Cuando terminé de recorrer la casa estaba ya un poco agotado. No física, pero si mentalmente, tampoco quince años después recordaba punto por punto cada detalle de mi vivienda anterior, y me costaba cierto esfuerzo hacer cada una de las comparaciones. Pensé que sería mejor olvidar el tema, a veces las ideas o los recuerdos surgen cuando dejas de pensar en ellos. Pero desde luego me iba a seguir preocupando saber qué tuvo aquella casa que me hacía sentir mejor.
Después de esas dos inútiles horas me apetecía refrescarme un poco, también para aclarar mis ideas. Así que fui al baño a lavarme un poco la cara.

Abrí el grifo con un buen chorro de agua, cerré los ojos y me empapé abundantemente la cara, el cuello y la nuca. Palpé hacia un lado buscando una toalla, aún con los ojos cerrados. Y cuando me incorporé de la postura encorvada del lavabo, abrí los ojos y vi mi reflejo en el espejo.

Ahí, justo ahí, encontraba lo que me había llevado más de dos horas de minuciosa inspección hogareña. El espejo de mi baño antiguo era esa gran diferencia: reflejaba a un tipo mucho más joven que el que ahora, quince años después, veía en este de mi nuevo hogar.

martes, 23 de septiembre de 2008

Dalí

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Salvador Dalí: La Persistencia de la Memoria

Su mente se desintegró, formando un montoncito muy surrealista de ideas.

Obligado cumplimiento



Siempre odié viajar a los lugares donde iba todo el mundo. Pero toda mi familia me dice que tendré que continuar haciéndolo... si es que quiero seguir siendo ave migratoria.

Orillas



Un día las mareas empezaron a seguir una rutina diferente.
Se inundaban ciudades o el mar se retiraba kilómetros hacia adentro, desapareciendo las playas y las costas, provocando el hundimiento de la economía de aquellas poblaciones que siempre habían vivido del mar, sumergiendo en la tristeza a las personas cuya vida había transcurrido con la visión de una tranquila playa.
Los pescadores dejaron de salir a hacer su faena, pues el agua en retirada los arrastraba mar adentro, y la marea alta arrojaba sus barcos contra los edificios. Pronto, las ciudades costeras fueron abandonadas.
Ningún científico lograba dar una explicación, pese a constantes mediciones, análisis de las aguas, fotografías de satélites y toma de datos.
En los programas de televisión era casi la única noticia. Los reporteros ya no se dedicaban a perseguir famosos, sino a pedir a la gente que contara sus experiencias o diera sus opiniones sobre lo que estaba ocurriendo.
Un día (todos pudimos verlo) la entrevistadora acercó su micrófono a una niña de seis años, que supo dar la clave de lo que sucedía:
-Si, es que la Tierra y la Luna enfermaron...

Genocidio



Esta mañana he roto el despertador.
Lo he machacado, sin piedad. No sé con qué lo hice, porque apenas había salido del sueño. Quizá le aticé con un zapato, o directamente lo estrellé contra el suelo. No lo recuerdo. Solo el resultado, verlo destripado e inerme sobre el piso cuando encendí la luz.
Y no lo hice por mi, no fue la reacción violenta de un sueño interrumpido. Nada de eso. Ha sido por la humanidad.
Soñaba. Después de una noche no muy ajetreada de sueños tópicos, de nadar en playas irreales, de subir y bajar escaleras que conducen a sitios extraños, de actos de amor interrumpidos en el momento menos oportuno... tuve un sueño diferente.
Me encontraba en una manifestación (aunque pocas veces estuve en una), rodeado de millares de personas. No era mi ciudad, no. Era una mucho más grande, y lo podía adivinar por el tamaño de las avenidas. Madrid, Sevilla, quién sabe. Recorríamos lenta y pacíficamente las calles, gritando no sé qué consignas. Por la subida de los precios, por el último atentado, por la nueva ley de educación, por cualquier cosa que esté mal y contra la que haya que protestar. No lo sé, las voces sonaban como murmullos, como esas veces que las escuchas pero solo entiendes su musicalidad, los sonidos vocálicos, pero no logras distinguir bien las palabras.
Y en medio de esa manifestación, cuando ya me eran familiares las caras de las personas que ocupaban posiciones más cercanas a la mía, cuando aprendía de memoria las curvas de la chica que tenía delante, la mirada de la que estaba a mi lado, la forma de andar del hombre que estaba a mi otro lado, y sabía que miles, cientos de miles de personas me rodeaban, ese timbre metálico me despierta, y acaba con todas ellas, de un plumazo, las evapora igual que habría hecho una bomba nuclear que cayera en mitad de esa multitud.
No pude soportarlo, ese despertador genocida merecía ser ejecutado en el acto.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Sol caprichoso


Era un sol arrogante. Salía y se ponía a su antojo por cualquiera de los puntos cardinales, siguiendo múltiples y caprichosas trayectorias. A veces se iba y tardaba semanas en aparecer, otras brillaba durante días para desesperación de las gentes, las plantas y los animales.

Imagen publicada por Vero_89 en flickr

sábado, 6 de septiembre de 2008

Escaparate



No entendía bien el concepto de aquél escaparate, lleno de coches y gente pasando. Sería una nueva campaña publicitaria agresiva?. De repente me di cuenta: yo era el maniquí del escaparate.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Lirios



Ese día iba a pedirle matrimonio a su novia de siempre y decidió regalarle unas flores.
Pensaba en un ramo de rosas, pero en la floristería le llamaron la atención unas que quizá antes había visto en libros o revistas. Pero nunca delante de él.

-Y éstas como se llaman?. Preguntó a la dependienta.
-Lirios.
-Ahhhhh -exclamó dándose cuenta de que exhalaba los mismos perfumes que estaba respirando.

Los llevó a su casa, y nunca llegó a hacer ese regalo. Se enamoró de aquellos lirios y ese amor duró eternamente...

Aromas



domingo, 21 de agosto de 2039

Hace 2 meses que he regresado de mi primera misión espacial. Ahora estoy a punto de comenzar una nueva.

La estación orbital de Io es mi destino. En la Tierra solo permaneceré el tiempo justo para recuperarme de una estancia de tres años en soledad. Mi visión desde allí es algo con lo que todo el mundo ha soñado: el espacio exterior, los planetas, los astros. Si, es muy hermoso, pero los que seguís viviendo en la Tierra no imagináis que sois privilegiados.

En cada viaje el jefe de operaciones me ofrece rellenar una lista de peticiones. Puedo escribir en un papel hasta 20 artículos, siempre que el peso no esté por encima de 15 kilogramos y el volumen no supere el del contenedor previsto. No hay otro límite, puedo solicitar cualquier cosa y ellos me la proporcionan.

En mi primer viaje había pedido aquellas cosas que siempre pensé que me llevaría a una "isla desierta". Algunos libros, un reproductor multimedia, discos, juegos, algunas fotos y recuerdos... Algo para escribir, revistas... qué otra cosa si no...?.

Esta vez he hecho una petición mucho más especial. Nunca imaginé que eso me ocurriera, pero en el anterior viaje sentí una enorme nostalgia de algo que solo hay en la Tierra.

En el espacio no hay olor (salvo el de mi propio cuerpo y mis objetos), y desde que fui consciente de eso, deseaba volver de nuevo a nuestro planeta para, la próxima vez, no cometer el mismo error y hacer las mismas solicitudes.

Esta vez pedí que en mi equipaje viajaran conmigo pequeños frascos de las esencias, aromas y olores que siempre me hicieron sentir vivo.

Mis elecciones fueron: brisa marina, pescado fresco, olor a leña, a césped recién cortado, a tierra mojada, y aroma de sexo de mujer...

Peso y talla

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Solo el ruidito chirriante de la impresora que se hallaba alojada en el interior del poste metálico logró sacarme de mi aturdimiento. Era sábado por la mañana y aún no me había despertado del todo. El poste escupía un ticket bien impreso a través de una pequeña rendija. Lo cogí y lo corté.
Peso: 72 kgs.
Talla: 178,6 cms.
No había caído en la cuenta. Sobre el poste, una especie de farola futurista que pendía encima de mi cabeza, había medido mi altura. Aunque no era lo que me interesaba, solo quería controlar si había bajado esos dos kilos de más que cogí este verano.
-"Ciento setenta y ocho con seis..."- leí mentalmente. Vaya máquina!.
Llamé al empleado de la farmacia.
-Oiga, el aparato parece que no funciona bien.
-Siento contradecirle señor, pero las mediciones son correctas. Lo revisamos esta misma semana, como puede ver en la pegatina...
-Insisto en que no es correcto, mido uno setenta y dos y aquí pone más de uno setenta y ocho -dije señalando el ticket-.
-No se preocupe, le devolveré la moneda.
-No, pero si no es cuestión de que me devuelva la moneda. Solo era por advertirle que no funciona bien y que mande a revisarlo. En todo caso no me pensaba tallar, solo pesar.
-Hagamos una cosa. Mido uno ocheta y tres. Depositaré una moneda y comprobaremos si el aparato falla.
-De acuerdo -dije sin mucho interés.
De nuevo el chirridito de la impresora anunciaba la salida del ticket. Me dejó cortarlo para que no quedara duda
-Ciento ochenta y tres con dos...
Balbuceé algo como "gracias" y salí de la farmacia con una extraña sensación.
Definitivamente, escribir un blog estaba provocando en mi un enorme crecimiento personal...